Veinte años no es nada... hmmm Hoy con mi tacita de café a la mano, termino de orar y leer el Aposento Alto de este día que aparece en la edición impresa en inglés. Es diferente al de la edición digital en español pero al recibir el Aposento de manos de una buena amiga, como regalo en un día de esos muy difícil en el Seminario, me comprometí a usarlo hasta el final. Antiguas Anclas. Tomado de www.taringa.net La historia es la de una abuela cuyo nieto ama los barcos e imagina en su balcón que esta en uno y actúa su sueño. Al ver una roca con una placa de bronce en el camino, el niño entusiasmado grita "un ancla, un ancla." No le dice su abuela, no es un ancla es una cruz. No, insiste el niño: ¡es un ancla! Su abuela luego recuerda las palabras de la Biblia de como tenemos un ancla atada a la Roca sumergida fuertemente en el Amor del Salvador. Nada nuevo... me dije. La historia es de Priscilla Owens del 1882. Y esto es lo que me impactó. Ciento treinta y cuatro años...
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