De transformaciones, trasiegos y finales

Meditando en la terminación de mi servicio como Presidenta del Seminario Evangélico de PR y en estos pasados cinco años viene a mi mente la frase de Heráclito, "Lo único constante es el cambio." Pensar en los profundos cambios actuales y la manera en la que nos impactan, nos moldean, nos cambian y nos  desgarran dejándonos medio descompuestos, pero como también nos recomponen, simplemente me maravilla.

En un tiempo donde la ciencia nos sorprende - tenemos por fin la primera foto del hoyo negro, se ha desarrollado la tecnología para editar el genoma de cualquier ser vivo (CRISPR - Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats), podemos ya ejecutar algoritmos cuánticos para procesar la información, imprimir alimento, armas y equipos varios, se ha descubierto una
terapia del cáncer inhibiendo la regulación inmune negativa...  En un tiempo donde la interacción de diversas tecnologías y conocimientos (biología, química, sistemas, climatología, etc.) se juntan para lograr mejoras en las cosechas y terrenos de frente a los cambios climáticos y sus resultados... En un tiempo donde se han logrado increíbles avances en materia de derechos humanos...

Impacta y duelen las acciones de los líderes de las naciones que atentan contra la dignidad humana - Trump, Kim Jong-il y Putin entre otros; sin dejar de lado aquellos que por ganancias materiales y otras abren el espacio a la destrucción masiva de la naturaleza, Jair Bolsonaro como ejemplo. Impacta y duele los permisos que nos damos para ofender, atacar, burlar, asesinar y discriminar a un otro/a diferente sin importarnos ya, el control social de la comunidad que nos observa.

Es en medio de todo esto que los millones de gestos solidarios de personas que día a día comparten su pan; que ofrecen sus manos para sanar, arreglar los cuerpos enfermos y aliviar su dolor; que ofrecen su voz para contar historias que animan la vida y la esperanza; que ofrecen sus oídos para escuchar el llanto y el silencio de los maltratados; que donan su dinero, su tiempo, sus mentes y corazones porque sea que tengan un llamado divino o un compromiso humano - son el evangelio encarnado, la paz que cobija, el cuerpo que protege, el espacio de vida. Millones sí, son millones... invisibles pero constantes. Y son estos que frente a los míseros que solo tienen el orgullo o el control o el poder o el dinero o el estatus para mostrar; estos millones tienen sus corazones para amar. Al final del día y de la vida, solo el amor permanecerá... y estos, los que que han amado profundamente y bien, serán bienaventurados porque vivirán...

Si ¡creo que en la suma de la vida hay miles de razones para vivir y otras muchas para amar! :) (Me hace falta un café!!!)

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